miércoles, 4 de marzo de 2009

Ratio et experientia

14/01/08
Caminando despacio, por una acera de la ciudad, vi fugazmente como en el hueco que había entre dos baldosas crecía una notable cantidad de musgo y una pequeña violeta. Volví sobre mis pasos y me agache para ver aquel microcosmos, ese minúsculo oasis el el desierto de asfalto. Algunas personas me miraron asombradas y otras simplemente me esquivaron instintivamente; que profunda tristeza me inspiraron, porque en cualquier caso no veían la pequeña esmeralda entre los adoquines. Unos solo veían un loco parado en la calle y mirando al suelo, otros no veían nada. Mientras en aquel mundo todo seguía su curso, sus minúsculos habitantes caminaban deprisa por sus pequeñas montañas cubiertas de verde que almacenaban en sus diminutos valles el agua de la lluvia en sus breves lagos; todo esto mientras a su alrededor muy por encima de ellos rugía el trafico y el humo.

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