lunes, 25 de junio de 2012

Volar

A veces he sentido mi cuerpo como una caja, un recipiente vacío en el que mi mente se mueve golpeando las paredes como una piedra en el fondo de una jarra. ¿No has sentido alguna vez el deseo de liberarte de la carne?¿De escapar de las cadenas de la materia? No hablo de las pasiones y deseos como los místicos cristianos sino en sentido literal, liberarnos de las partículas de masa y ser solo energía, infinita y etérea. Una conciencia sin cuerpo, sin peso y sin volumen, sin densidad ni gravedad. En esas ocasiones parece que mi cuerpo no me pertenece, como si llevara puesto el cuerpo de otro. No es mi identidad, ni mi género lo que me causa esa sensación de andar con una piedra en el talón, sino el peso del agua de mis células luchando contra la gravedad para alzarse por encima del suelo sobre su andamio de calcio y carbono. No es el cansancio físico o el dolor lo que no entiendo, no entiendo que mi mente tan ingrávida, tan volátil  no se escape como el gas por algún hueco de mi cráneo para expandirse y comprimirse y volar como en mi imaginación, como en un sueño, sin participar de la existencia pura.

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