01/09/07
Perseguí al anciano del traje de lino por las empinadas calles pero él, aunque caminaba despacio apoyado en su bastón con mango de bronce, siempre parecía adelantarse y perderse de vista. Lo volví a ver al doblar una curva pero él acababa de subirse a un tranvía y yo, sudoroso y resoplando no pude alcanzarlo a tiempo.Volví entonces a mirar el reloj de bolsillo de plata que él se había olvidado en la mesita de la terraza; cuando le di la vuelta observé en el reverso una inscripción con letras muy ornamentadas que decía: A quien lo encuentre es suyo.
Perseguí al anciano del traje de lino por las empinadas calles pero él, aunque caminaba despacio apoyado en su bastón con mango de bronce, siempre parecía adelantarse y perderse de vista. Lo volví a ver al doblar una curva pero él acababa de subirse a un tranvía y yo, sudoroso y resoplando no pude alcanzarlo a tiempo.Volví entonces a mirar el reloj de bolsillo de plata que él se había olvidado en la mesita de la terraza; cuando le di la vuelta observé en el reverso una inscripción con letras muy ornamentadas que decía: A quien lo encuentre es suyo.
3 comentarios:
Hasta ahora me gustan todos tus escritos pero.........ya se que dirás que no soy objetiva
Muy bonito, es que no se puede decir mas... joooo
que me gusta mucho el intrigante hombre del bastón? que me lo he imaginado con gabardina y sombrero, así para que no se le vea la cara mucho? que mola el final?
aaaaiiii
Sigue, sigue, que nos has dejado a medias :)
Bsin
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